Republicanos en Buchenwald y Dora
En Buchenwald, campo de concentración concebido como una gigantesca y siniestra ciudad, una puerta de hierro, con la inscripción Jedem das seine (A cada uno lo suyo), era el acceso para todos los condenados, entre ellos 635 republicanos de todo el Estado español.
La mayoría fueron deportados en 1944, y el resto llegaron el año anterior y en 1945. Algunos de ellos provenían de otros campos y fueron directamente a comandos exteriores, entre ellos, algunas mujeres provenientes de Ravensbrück; para otros, fue el punto de partida hacia otros destinos. La mortalidad puede estimarse aproximadamente en un 20%, pero también hubo un número significativo de desaparecidos.
Compiègne fue el campo de tránsito desde donde iniciaron el infernal viaje, de dos a tres días, hacia Buchenwald, donde ya estaba en funcionamiento la estación de ferrocarril desde diciembre de 1943. Las fechas de su deportación están vinculadas a las políticas represivas de los alemanes en la Francia ocupada. De hecho, desde junio de 1943 hasta enero de 1944, partieron desde Compiègne ocho grandes transportes, con un total de 10.274 deportados a bordo. En ese momento, el régimen nacionalsocialista, ante los claros signos de su derrota, mientras perseguía con rigor los movimientos de resistencia, necesitaba mano de obra esclava para sus fábricas de armamento, como lo demuestra su posterior destino en Dora o las fábricas DAW de las SS.
Una buena parte de los deportados en esta etapa del campo eran franceses reticentes a ser enrolados en el STO (Servicio de Trabajo Obligatorio), que nutrían las filas de la Resistencia, en la que ya había muchos hombres y mujeres republicanos. Muchas de las detenciones se produjeron a lo largo de la frontera de los Pirineos, donde permanecían los núcleos más significativos de los exiliados españoles.
El primer gran transporte partió de Compiègne el 25 de junio de 1943, y le siguieron cuatro más a lo largo de ese año: el 3 y el 17 de septiembre, el 28 de octubre y el 14 de diciembre. En todos ellos hubo pocos deportados republicanos, ya que fue en los tres transportes de enero de 1944 donde su presencia fue más significativa, con una cifra que superaba los 500 hombres.
El 17 de enero de 1944, unos 250 españoles iniciaron el mismo camino junto a 1.506 franceses; la mayoría procedían de las prisiones donde estaban detenidos como consecuencia de las redadas contra la Resistencia. Durante este viaje, se produjeron algunos intentos de evasión cuando el convoy aún se encontraba en territorio francés, lo que se repitió en transportes posteriores. A los pocos días de su llegada, del 10 al 17 de febrero, más del 40% fue transferido a Dora, Flossenbürg y otros comandos, e incluso a Mauthausen. Uno de los integrantes de este transporte, Marcel·lí Garriga, relató su experiencia en Un vilanoví a Buchenwald.
El 22 de enero de 1944, un convoy con 2.005 deportados llegaba de nuevo a Buchenwald, con características similares a la anterior en cuanto a los traslados. El largo viaje, narrado por Jorge Semprún y también por Edmon Gimeno Font en Buchenwald, Dora, Bergen-Belsen. Vivencias de un deportado, está referido al transporte que salió de Compiègne el 27 de enero de 1944, con 1.583 deportados, y en el que murieron un 35,7% de ellos, sobre todo en Dora y en las canteras subterráneas de Ellrich y Harzungen.
Después de Mauthausen y Dachau, Buchenwald fue el campo nazi donde fueron deportados más republicanos, los cuales pagaron con la esclavitud y la muerte su participación en los movimientos de resistencia, con la convicción de que continuaban la lucha antifascista que habían iniciado en julio de 1936. La liberación, para los que salieron vivos, no significó la libertad y el regreso a su país; al contrario, se vieron abocados al exilio o a la persecución en España.